Por John Homez

 

Jackie Robinson (el primer jugador de color en grandes ligas) decía que “La vida no era importante si no hay un impacto en los demás”.

El asesinato de Luis Valbuena y José Castillo nos lleva a hacer una profunda reflexión.

En el caso de Luis Valbuena, un jugador activo en grandes ligas, con un éxito indiscutible, quien, a pesar de ganar un dinero suficiente para poder tomarse su descanso en estas épocas, decidió jugar en la LVBP por diversas razones. Creo entender que Valbuena acepto jugar por ayudar su equipo Cardenales a lograr un título que han labrado desde hace varios años y que parece determinar que serán la franquicia de los próximos diez años. Además, para ellos es muy atractivo compartir con sus compañeros y prepararse para estar en forma para volver a la gran carpa en plan estelar.

Castillo por su parte, estaba logrando récords históricos en su tierra natal, a costa de desechar contratos más atractivos económicamente en otros países. Las razones pudieran ser más o menos las mismas.

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Todo este conjunto de posibles razones produce como efecto que, para la fanaticada en Venezuela, pueden ver un espectáculo de Altura con figuras de su talla y otras por venir.

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Ahora bien, quisiera hacer los siguientes cuestionamientos:

¿Se merecen los venezolanos estas figuras en sus campeonatos?

¿Garantizan las autoridades su integridad física en su tierra natal?

¿De qué tamaño es el riesgo que los jugadores toman?

¿Qué se puede hacer?

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Para la primera pregunta, es difícil responder, porque si bien algunos lo merecen otros no.

La segunda es un tema trillado y es obvio que el gobierno no hizo ni hará nada por controlar la delincuencia.

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El riesgo es enorme, ya que la vida de una persona, independientemente quien sea es sumamente valiosa. Sus familias están siendo afectadas en situaciones como estas y niños huérfanos que no reciben respuesta a su pregunta del porque su padre, de un día para otro, está en ese cajón marrón. Esto crea además un resentimiento que los marcara por toda la vida.

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Pero se pudieran hacer varias cosas y cito dichas ideas en el orden de las preguntas:

Mudar temporalmente el campeonato de la LVBP a varias sedes en el exterior, tales como: Cartagena, Barranquilla, Panamá, Aruba y Curazao. Tres ciudades donde dos equipos por ciudad y otros dos en una sola ciudad completarían la plantilla. También podría ser, tal y como se hizo en el pasado, un par de juegos por equipos en la ciudad de Miami (podrían ser Caracas-Magallanes, Cardenales-Aragua en las fechas de la divina Pastora, Aguilas-La Guaira en las fechas de la feria de la Chinita y Bravos-Caribes en otras fechas)

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Esto permitiría a los venezolanos poder ver los juegos de su predilección por Televisión sin estar presente en un país donde el gobierno no garantiza para nada la integridad física de nadie.

Es obvio que el beisbol profesional es un negocio, y allí la Liga tendría que determinar esquemas del “como” se haría dicho esquema en el exterior. Habría que ver la logística de pasajes, alojamientos, viáticos, salarios, cantidad de personas que irían al estadio, pago de alquileres de estadios, comercialización de comidas y bebidas en el mismo. Etc.

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La idea no es del todo descabellada y creo que podría ser de un profundo análisis, ya que estoy seguro de que, en esos países, podrían tener la oportunidad de ver nuestras figuras y además podrían incorporarse algunas locales como importados para darle mayor calidad y nivel.

De esta manera, el riesgo sería menor, se evadiría el hecho de no estar protegidos en un país inseguro y se le daría continuidad a la historia del Beisbol profesional en Venezuela de manera transitoria.

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Una vez que el país, en favor de dios, vuelva a su camino normal y donde su gobierno (este o el que sea) garantice efectivamente la seguridad en todo el territorio, se podría pensar en la posibilidad de volver a sus sedes regulares.

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Mientras tanto, el impacto de la vida y muerte de estos dos valorables y excelentes venezolanos tendrían un impacto sobre los demás y marcarían un cambio en favor de los demás.

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